Mis amigos...

jueves, 28 de abril de 2011

El Diario de Analía XIX - Despedida y encuentro

Analía seguía furiosa. Se sentó nuevamente a leer. Ya se le habían pasado las ganas de salir...


Mi hermano Luis ya se volvió a Córdoba. Se nos escaparon algunas lágrimas cuando nos abrazamos al despedirnos. Al final, su muestra estuvo fantástica. Vendió varias de sus obras, por lo que sólo tuvo que coordinar el re-envío de un par de ellas.
Cuando el avión partió, yo seguía un poco triste…sabía que lo iba a extrañar. Gustavo puso su brazo sobre mis hombros y me dijo:
-Vayamos a tomar una café, conozco un lugar que sé que te va encantar-.
Fuimos abrazados hasta el estacionamiento. Antes de llegar, se detuvo, se puso frente a mí y me dió un beso, cálido, tierno…Sentí que mi cuerpo pedía más…

Subimos al auto e  íbamos hablando de todo lo que había pasado esos últimos días, cuando me dijo:
- Analía, cambié de idea… Me gustaría mostrarte mi departamento, lo hice remodelar,  pero me faltan algunos detalles, me gustaría que me dieras tu opinión…¿Te parece bien?-.
-Bueno, no hay problemas- le dije-Vamos-.
Cuando llegamos, se bajó a abrirme la puerta. Ya en el ascensor, me comentó:
-Estoy muy contento,... ya vas a ver que linda vista tiene-.
-¡Qué bueno!- le dije, mientras pensaba “Te estás metiendo en la boca del lobo…Buenísimo Analía…No vayas a arruinarlo.”

El departamento era realmente hermoso. En el living tenía dos ventanales gigantes por los cuales podían verse las luces de la ciudad por un lado y, por el otro, quebrando la oscuridad de la noche sobre el Río de la Plata, las luces lejanas de algún barco carguero.
-Ponete cómoda…Sentate por favor… ¿Querés tomar algo?- preguntó.
Dejé mi cartera sobre una mesita y me senté en el sofá.
-Bueno, ehh…lo que tomes vos…-.respondí.
Gustavo puso una música suave, y desapareció por un momento para luego traer una botella de champagne y dos copas. Yo pensé “Analía, estás en el horno”.

Se sentó a mi lado y brindamos por habernos conocido, luego porque le dije que el departamento estaba hermoso, luego porque me dijo que estaba enamorado de mí y yo le respondí que yo también de él… Cuando dije eso, dejó su copa sobre la mesa ratona y me miró a través de sus pestañas gruesas y enruladas, sabiendo muy bien lo que provocaba en mí con su mirada. Suavemente sacó la copa de entre mis manos y la colocó junto a la suya. Y me dió un beso, y otro, y otro más. De pronto se detuvo y me dijo:
-Esperá…El dormitorio todavía no te lo mostré-.

Me llevo de la mano hasta el borde de la cama y comenzamos a besarnos nuevamente.  Mientras seguían los besos fue desabotonando su camisa. Tenía algo de vello en el pecho. Mientras él desprendía mi sostén, yo aflojaba su cinturón. Rápidamente se sacó el pantalón y sus zapatos. Me tomó en sus brazos y me colocó sobre la cama. Era más musculoso de lo que había imaginado…

Al principio me acariciaba muy despacio, explorando con sus manos cada centímetro de mi piel. Luego sus besos y su lengua se adueñaron de cada rincón de mi cuerpo.
-Seguí-dije- Por favor, no te detengas…
En el instante en que las sensaciones invadieron por completo nuestros cuerpos, tuve la certeza de que mi corazón le pertenecería para siempre...




"Esta abstinencia me está poniendo loca. Hace meses que me dedico a la galería y no pasa nada con nadie." 
Dejó el diario sobre el sofá y se fue a cambiar de ropa. Se calzó un pantalón blanco ajustado y una blusa de gasa, soltó su cabello, retocó su maquillaje y volvió a salir del departamento. Esta vez se aseguró de no olvidar su celular. Al salir a la calle, se dijo a sí misma  que debería haber dejado de llorar por su fracaso matrimonial mucho antes. El pasado ya no podía cambiarse. 
Atardecía en Córdoba Capital y Analía estaba dispuesta a comenzar a disfrutar el presente...


(continuará...)  





lunes, 25 de abril de 2011

El Diario de Analía XVIII - Recién hoy...

Analía se levantó temprano, guardó lo que tenía que guardar, terminó de acomodar y limpiar y  con una buena taza de rico café, se sentó a descansar un rato mientras continuaba leyendo su diario...


Recién hoy tengo tiempo de seguir mi diario. Las cosas fueron pasando vertiginosamente…Anoche fue la inauguración de la muestra de mi hermano Luis. Hubo algunos inconvenientes que hicieron que hubiera que postergar la inauguración un par de días, (obviamente una excepción), todo gracias a Gustavo y la persona que él conocía ...
Gustavo y mi hermano querían que fuera con ellos a todos lados, pero no pude. ¡Tengo que trabajar! Así que me pasaban  a buscar puntualmente los dos por la oficina en el horario de salida. En estos días he conocido un montón de lugares, tanto restaurantes, bares, museos, etc...

Pero lo más interesante y lo que quería contar ocurrió en los Bosques de Palermo. Ese día mi hermano estaba descompuesto. Así que Gustavo me fue a buscar a la salida de la oficina, como siempre y  fuimos a pasear los dos solos.

Caminamos por las veredas del hermoso lugar un  buen rato, en silencio…Me tomó de la mano cuando llegamos al Rosedal. Lo miré y me sonreí…Tiene manos grandes, calentitas, mullidas, hermosas…¡Y yo siempre con mis manitas congeladas!

Como estaba ya anocheciendo y empezaba a ponerse frío, fuimos a un bar pequeño, sobre  Avenida Libertador. Nos quedamos allí hasta muy tarde. Creo que le conté toda mi vida. Y él también la suya. 
Cuando ya no quedaba nadie en el lugar y estaban por cerrar, me llevó a mi casa. 

-Bueno, gracias por todo Gustavo- le dije.

-No me agradezcas, me encantó poder hablar con vos. Desde el día que te vi en Aeroparque imaginé que podría haber algo especial entre nosotros…-me dijo.

-Bueno, ¡gracias! yo también la pasé bien, me encantó la charla que tuvimos…Gracias por todo…Buenas noches Gustavo- y le di un beso rápido en los labios. Me di vuelta y entré al edificio. 

Me gusta, me gusta mucho. Es un hombre cálido, divertido, inteligente. Me hace sentir protegida, segura, no sé cómo explicarlo…Desde que lo vi cuando fui a buscar a Luis a Aeroparque...Es…no sé, como si nos conociéramos de toda la vida…Espero no equivocarme de nuevo…



Cerró el diario y se dijo a sí misma "Analía ¡ponete linda que vamos a almorzar a algún lugar elegante!". Se puso un vestido bonito, zapatos altísimos, un abrigo liviano, tomó su cartera y salió de su departamento. Mientras esperaba el ascensor cayó en la cuenta que había olvidado su celular sobre la mesa. Se dió vuelta rápidamente para ir a buscarlo, pero al hacerlo, chocó de frente con un hombre. Este llevaba una caja en los brazos, que  cayó al piso por el impacto. La caja contenía varias latas de pintura. Algunas salieron rodando, pero una de ellas al caer, se abrió y salpicó de amarillo las piernas y los zapatos nuevos de Analía. Furiosa, le gritó al hombre:
-¡¿Pero qué hace?! ¡Mire cómo han quedado mis zapatos y mis piernas!!
-¡Disculpame! Pero vos fuiste la que se dio vuelta justo cuando el ascensor abrió la puerta. ¿Cómo iba a saber que ibas a retroceder de esa manera?- .
El hombre se agachó para recoger un trapo sucio que también traía en la caja y empezó a limpiar las manchas de pintura de las piernas y de los zapatos de Analía. Ella lo miró sin poder creer lo que veía:
- ¡¡¿Pero qué está haciendo?!! Deje eso! Por favor!- le espetó. 
El hombre se levantó con el trapo en la mano y la miró a los ojos al tiempo que le decía:
- ¡Qué buenas piernas que tenés!
Analía lo miró furiosa, pero no dijo nada. Sólo caminó rápidamente hacia su departamento. El hombre la quedó mirando y le dijo: 
-Lamento habernos conocido de esta manera. Soy tu vecino. Mi nombre es Bruno.
Analía ni lo miró. Entró a su departamento hecha una furia. "¡Pedazo de tarado! ¡Mis zapatos nuevos! Menos mal que hay un poco de aguarrás que dejó el pintor"...mientras se limpiaba los restos de pintura recordó su mirada..."El idiota tiene lindos ojos".


(continuará...)




domingo, 24 de abril de 2011

El Diario de Analía XVII - Fuimos en el auto

Analía escuchó otra vez que alguien cantaba. Pero esta vez la voz provenía desde el pasillo. Cerró el diario y fue a ver por la mirilla de la puerta...Cuando estaba a punto de espiar lo que pasaba afuera, alguien tocó el timbre. Dió un salto hacia atrás por el susto, pero enseguida se repuso, se arregló un poco el pelo y abrió la puerta. Era el encargado del edificio que le traía el Reglamento del Consorcio.  Cuando el hombre se fue, miró para ambos lados, pero no había nadie más. 
Cerró la puerta y se sentó nuevamente en el sofá...


Fuimos en el auto de Gustavo hasta el hotel donde iba a hospedarse mi hermano. Luis me empujó para que vaya en el asiento delantero. Cuando llegamos, Gustavo se quedó en la recepción y yo lo acompañé a Luis hasta la habitación.
-¿Por qué te reías tanto cuando te presenté a Gustavo?- me dijo con cara de pícaro.
Entonces le conté lo que había pasado.
Se echó a reír y me dijo:
-Bueno, hermanita, este hombre es soltero, muy buen mozo, todo un gentleman y por sobre todo, no es gay...
"Menos mal" pensé, "semejante hombre, musculoso, alto, hermoso y que no le gusten las mujeres, sería un total desperdicio...bueno, desde mi punto de vista..." 

Decidimos ir los tres juntos a cenar. Nos divertimos muchísimo. Luis hablaba estupideces, Gustavo le seguía la corriente y yo me reía de todo. Cada tanto, Gustavo me miraba y yo me hacía la distraída. Luis seguía con sus bromas.

Gustavo tenía un conocido en el Palais de Glace, uno de los lugares de exposición de Arte Contemporáneo más importantes de Buenos Aires, y había conseguido que mi hermano montara allí su obra. Luis estaba feliz. En la cena quedaron en ir juntos al otro día para ver bien el lugar y coordinar los detalles.
-Analía, venís con nosotros, ¿verdad?- me dijo Gustavo-Sin vos no sería lo mismo-.
-¡Claro que viene!-dijo Luis con un guiño.
-Sí- respondí. Gustavo me dedicó otra de sus sonrisas.
A la salida del restaurante lo dejamos primero a mi hermano en el hotel y Gustavo me llevó a mi casa. En el camino me contó cómo lo había conocido a Luis (yo ya sabía la historia por mi hermano). Apenas hice algún comentario sobre lo contento que estaba Luis. Prefiero escuchar primero... la verdad es que no quiero equivocarme de nuevo...
Mañana me va a pasar a buscar a las diez. Mejor me voy a dormir.


"¡Uff! Mejor yo también me voy a dormir...Mañana ya es domingo y tengo que terminar de acomodar todo esto". Se dio un buen baño caliente y se fue a la cama.


(continuará...)

viernes, 22 de abril de 2011

El Diario de Analía XVI - Sorpresa

"Menos mal que aquí está llegando la Primavera" pensó Analía. Y salió al balcón para ver el sol ocultarse detrás de los cerros. Poco a poco las nubes iban tiñéndose de color púrpura dorado. Analía contemplaba fascinada el vertiginoso cambio de colores que se producía mientras el astro enrojecido, iba desapareciendo detrás de las Sierras Altas. De pronto oyó que alguien cantaba.  Era una canción que hacía mucho tiempo que no escuchaba. La voz era masculina. No estaba segura de dónde provenía. El encargado le había dicho que eran muy pocos los departamentos que ya estaban ocupados, ninguno ubicado tan alto como el de ella. 
Como ya se hacía de noche, se preparó algo para cenar y se sentó tranquilamente a leer, envolviéndose de recuerdos de otra época...


Parece mentira que hoy ya es viernes. El día amaneció soleado, y bastante más cálido que los últimos días. Pedí permiso en el trabajo para ir por la tarde a Aeroparque, a esperar a mi hermano. Estoy contenta de que venga a Buenos Aires a visitarme, espero que sus ocupaciones no lo absorban tanto, asi podemos conversar.¡Tengo tantas cosas para contarle!...

Arreglé mi pelo y me maquillé un poco, después de todo quizá Luis quería presentarme a alguien importante para él...
Llegué casi una hora antes de que llegara el avión. Decidí ir a tomar un café, pero antes me compré una de esas tontas revistas femeninas, para leer y así pasar el tiempo. Y ahí lo vi: alto, morocho, ojos verdes…Pensé “¡Ah, bueno! Menos mal que vine y puedo mirar algo que vale la pena”. Vestía una camisa sport blanca con rayitas gris-azuladas y un pantalón gris oscuro. De repente, como si se hubiera dado cuenta de que lo estaba mirando, me miró a los ojos y me sonrió. Me puse roja como un tomate, di media vuelta y me fui al bar. Me senté y pedí un café. Cuando al fin me puse a hojear la revista...anunciaron la llegada del vuelo de mi hermano.
Fui al hall a esperarlo y ahí estaba el morocho de nuevo. Me hice la tonta y me fui hacia la otra punta. En eso lo veo a Luis. Me fui acercando a él, abriéndome paso entre la gente. La sorpresa fue que el señor morocho también se dirigía hacia mi hermano y lo saludaba. Y yo me quedé a un costado, mirando a Luis y a ese hombre tan buen mozo, pensando “Noooo, No puede ser!!!No me digas que este es el amigo de mi hermano!!!"

- Gustavo, te presento a Analía, mi hermana- dijo Luis. Y yo, con mis rodillas temblando, y mi cara más roja que antes, empecé a reírme como una tonta.




"¡Eso me pasó siempre! ¡Cuando me pongo nerviosa, siento que mi cara se va poniendo escarlata y no lo puedo evitar!..Bueno al menos ahora ya no me tiemblan las rodillas" pensó Analía. 
Escuchó otra vez que alguien cantaba. Pero esta vez provenía desde el pasillo. Cerró el diario y fue a ver por la mirilla de la puerta...

(continuará...)







miércoles, 20 de abril de 2011

El Diario de Analía XV - Novedades

El camión de mudanzas llegó bien temprano. Analía dejó que se ocuparan de todo. Cuando terminaron de cargar las cajas y baúles, Analía recorrió la casa por última vez. Sintió que dejaba parte de su vida allí. Se entristeció un poco pero se dijo a sí misma "La vida cambia Analía, eso ya lo sabés. Y después de la tormenta siempre sale el sol".
En el nuevo departamento le señaló a los empleados dónde se ubicarían los muebles y demás cosas. Ella sólo tendría que acomodar sus efectos personales que había guardado.
Cuando quedó sola se preparó un buen café y se puso a leer...


Mi hermano es un espécimen de aquellos. Es tres años mayor que yo. Siempre supo de su condición homosexual y la aceptó desde pequeño. Mis padres lo llevaron a montones de especialistas para desmentir y encauzar su sexualidad, pero obviamente, jamás lo consiguieron. En cuanto pudo juntar un poco de dinero, se dedicó a viajar, primero por Argentina, para luego lanzarse más allá de las fronteras. En cada lugar que iba, buscaba alguna forma de ganar dinero para solventar sus aventuras. Creo que nunca se prostituyó, pero no estoy muy segura de eso. Desde chico tuvo vocación de artista, y pintar era lo que más lo ayudaba a escaparse de la realidad. Siendo un ser especial, recorría los caminos de la vida casi flotando, dentro de su burbuja dorada, como él llamaba a su mundo imaginario.
Cuando volvía de sus viajes se internaba en el galpón que hacía las veces de atelier y pintaba desenfrenadamente. Sus obras se ganaron cierto prestigio en Córdoba, aunque él siempre se quejaba de las limitaciones de esa plaza. Fue en la inauguración de una de sus exposiciones que conoció a un joven coleccionista de arte que había viajado a Córdoba por negocios de la empresa de su padre, y que había ido a parar a la muestra, invitado por una amiga en común.
Sintonizaron enseguida. Su nuevo amigo era dueño de esa sensibilidad y conocimiento que deben tener quienes gustan del arte de vanguardia. Compró un par de cuadros y le preguntó a Luis si le gustaría participar en algún evento en Buenos Aires, ya que él tenía varios contactos en el ambiente artístico porteño. Obviamente, Luis aceptó. Intercambiaron tarjetas y le prometió a Luis que lo llamaría en cuanto tuviera noticias…
¿Por qué escribí todo esto?
Porque hoy Luis me llamó para decirme que la semana que viene estará por Buenos Aires. Me contó cómo había conocido a su nuevo amigo (lo escrito más arriba). Parece ser que   cumplió su palabra. Me dijo que lo invitó a participar en una expo colectiva que van a hacer no sé donde…
Me pidió que el viernes vaya a esperarlo a Aeroparque. 
-¡Y ponete linda, Analía, sacá a relucir todo lo que la Madre Naturaleza puso en tu hermoso cuerpo!  Dame ese gusto por favor, que voy con un amigo- dijo casi retándome.

Pensé en que sus amigos eran igual que él...
¿Y si no tengo ganas de ponerme linda? ¿Para quién después de todo?
El otoño hace que vea todo gris….




"Menos mal que aquí está llegando la Primavera" pensó Analía. Y salió al balcón para ver el sol ocultarse detrás de los cerros...
(continuará...)


martes, 19 de abril de 2011

El Diario de Analía XIV - Regreso

Viernes. Analía buscó al encargado del edificio para que le diera la llave de su nuevo departamento. A pesar de todo lo vivido en los últimos meses, se sentía contenta. Había logrado comprar un departamento muy bonito en un noveno piso, desde donde tenía una vista espectacular a las sierras. Abrió el ventanal de la sala de par en par. La brisa fresca de la mañana le acariciaba el rostro y le hacía sentir que allí la vida le daría una nueva oportunidad. Se quedó un rato observando cómo el sol del amanecer teñía de dorado las sierras....Recordó que tenía su diario en la cartera...


No fue fácil volver a la rutina de todos los días…Trabajar, a la salida hacer algunas compras y de nuevo a mi departamento.
No tengo ganas de salir, ni siquiera de escribir en mi diario. Después de todo nada importante está pasando en mi vida en estos momentos…Encima los días están cada vez  más fríos.
Lorena conoció a alguien, así que no está casi nunca.
Me alegro que haya encontrado un amor, pero la verdad es que extraño su compañía y sus consejos.
Ya pasaron casi tres meses de mi viaje a Córdoba. Parece mentira.
Luis, mi hermano,  ayer me llamó y me dijo que va a venir muy pronto a visitarme, que todavía estaba ultimando detalles, que pronto nos vamos a ver, que tenía una sorpresa para mí y que esperaba que me gustara. Insistí en que me contara, pero el malvado no aflojó ni una palabra.
La verdad es que tengo muchas ganas de encontrarme con él, para ponernos al día, contándonos nuestros secretos como cuando éramos chicos…
Veremos que se trae entre manos…


"Todo va a salir bien Analía" se prometió. Al día siguiente se mudaría..."Hoy es el primer día del resto de mi vida".


(continuará...)

lunes, 18 de abril de 2011

El Diario de Analía XIII - Viaje a Córdoba

En la cena del jueves acordaron algunos detalles de las actividades que realizarían en conjunto. La gente de Buenos Aires había quedado muy conforme y Analía también. Llegó de madrugada a su casa, cansadísima. Se dio un buen baño y se fue a la cama. Su diario estaba sobre la mesita de luz...


Mamá me avisó que papá esta cada vez peor, y me pidió que viaje a Córdoba para darle una mano. Como siempre mi hermano Luis estaba de viaje. Me contó que se había ido a Brasil y  por allí andaba con otros vagos como él, vendiendo pulseritas y haciendo tatuajes temporales en la playa.
-Tu papá está muy enfermo- me dijo cuando me llamó por teléfono- me pidió que te dijera que vengas…-.
Pedí unos días de licencia en el trabajo y saqué el boleto para viajar esa misma noche. La verdad es que estaba preocupada: mi viejo grave, mi mamá con sus propios problemas de salud, sin poder contar con mi hermano tampoco…
Apenas pude dormir en el viaje. Iban y venían a mi mente todos los recuerdos que había archivado en algún lugar de mi corazón: El día que papá, después de volver de uno de sus viajes, me regaló la muñeca que todavía conservo; las veces que, siendo yo adolescente,  me llevaba y me buscaba cuando salía a bailar con mis amigas; en mis 15, bailando el vals orgulloso con “su nena”; luego mi viaje a Buenos Aires, las peleas y el arrepentimiento de tantas cosas dichas…
Llegué como a las seis de la mañana y estaba esperándome mi primo. Me dio la mala noticia: mi papá no había pasado la noche.

Lloré abrazada a mi madre como cuando era niña. Ella acariciaba mi cabello, queriendo consolarme, como olvidando su propio dolor…
Mezcla de tristeza y alegría fue el reencuentro con tíos, primos y amigos que hacía siglos no veía…ahora  recuerdo esos momentos como si los hubiera soñado…

Mi hermano llegó el día después del funeral. ¡Mi compañero de juegos infantiles! Nunca había estado a la altura de las exigencias de mi padre y eso había dejado impresa una honda tristeza en sus pupilas. Cuando nos abrazamos me susurró en el oído:
-¡Qué linda que estás! Te presentaría alguno de mis amigos, si no fuera que son todos gays como yo!

Volví a Buenos Aires hecha pedazos. Traje conmigo la promesa de mi hermano que cuidaría de mamá, y que pronto me visitaría.


Cerró su diario y lloró. Su madre había partido también, un par de años después, cuando ella estaba de vacaciones en un crucero con su ex marido. No alcanzó a verla por última vez. Su hermano Luis también había fallecido en un accidente. Ahora esos recuerdos volvían a su mente, pero como si todo lo que había sucedido lo hubiese soñado...Sola, se sintió terriblemente sola...apagó la luz y trató de dormir. Al otro día tendría que hacer un montón de cosas, entre ellas ir a ver el departamento donde se mudaría...


(continuará....)





domingo, 17 de abril de 2011

El Diario de Analía XII - Adiós

Cuando llegó a la Galería, Adriana, su secretaria, la puso al tanto de todo lo que había ocurrido el día anterior. Había llegado un paquete con los ejemplares de la revista con todas las novedades del ambiente artístico cordobés, que junto con otras galerías de arte de la ciudad habían decidido publicar y que serían distribuídas entre quienes visitaran la Galería de Arte. A la tarde,  casi noche, tendría que ir al aeropuerto a recibir a los clientes de Buenos Aires que ya habían comprado algunas obras. Le habían propuesto una serie de actividades en conjunto que podrían ser muy provechosas para la Galería. Le encargó a Adriana que reservara para ellos las habitaciones en el mejor hotel de la ciudad.
Al mediodía volvió a su casa no sin antes comprar comida preparada. Le encantaba cocinar, pero no tenía ni tiempo ni ganas de hacerlo para ella sola. Además tenía que terminar de guardar algunas cosas en las cajas. De todo lo demás se encargaría la empresa de mudanzas que había contratado por teléfono. Habían quedado de acuerdo en que se haría el sábado. 
Buscó el diario y mientras almorzaba siguió leyendo...


"Veinticinco largos días pasaron desde la última vez que estuve con Pablo. Lo extraño, para qué voy a mentir, y aunque de a poco el recuerdo de su mirada se va borrando, no dejo de pensar en él…todavía…a veces…casi todo el tiempo...
Hace como quince días me llamó y decidí escucharlo: quería que le diera otra oportunidad, que ya estaba preparando todo para decirle a su esposa que quería divorciarse y llevarse todas sus cosas, que se había enamorado de mí...y que me iba a esperar lo que fuese necesario.
Y de pronto,  ya no volvió a dar señales de vida por más de una semana. Hasta ese viernes, que me lo encontré en la calle y que fue cuando me dijo que me había mandado un mail. Cuando los leí, escribí en mi diario que lloré…pero lo que no puse fue que lloraba por mí, porque me había vuelto a equivocar, porque por más que él insistiera, la magia ya se había esfumado. Tengo que aprender a controlar mis impulsos.Tengo que aprender a decir no.

"Pablo, lo siento mucho, pero FUISTE!  No te creo nada más, fui muy estúpida, pero se terminó. No quiero que me llames más. No te quiero más en mi vida."

Ayer a la tarde, eliminé los mails que me había mandado y cancelé mi casilla de correo. Compré un nuevo chip para mi celular y les mandé a mis contactos mi nuevo número. Después tomé el chip que tenía el número de Pablo y lo tiré por el inodoro."


Miró la hora. Todavía tenía tiempo, así que fue a terminar de guardar en las cajas lo poco que faltaba. Luego se cambió y se fue nuevamente a la Galería. 


(continuará...)







viernes, 15 de abril de 2011

El Diario de Analía XI - Duele...

Jueves. Analía tuvo pesadillas toda la noche, donde aparecía un hombre que era Pablo y Gustavo alternativamente. Se levantó , fue hacia el baño para darse una ducha y se miró al espejo "¿Cómo voy a hacer para arreglar esta cara? ¡Tengo los ojos tan hinchados por haber llorado!... Menos mal que existe el maquillaje"
Fue hacia la cocina y se preparó un buen desayuno. Mientras tomaba su café siguió con la lectura de su diario...


El fin de semana me encerré en el departamento. Lloré, lloré hasta que se me secaron las lágrimas…
Era algo raro…lo odiaba y lo extrañaba, quería y no quería verlo, me enojaba conmigo por acordarme de esa noche, de la cena, del beso en el puente, en cómo hicimos el amor y al mismo tiempo no podía dejar de recordarlo…
Pablo me mando montones de mensajes, me llamó miles de veces y yo no respondí  ni una vez. Estaba más dolida que enojada. De verdad que me había enamorado de él…pero ya no podía creerle.

"Pablo, tengo que borrar de mi memoria todos esos besos que nos dimos, olvidar tu risa, tus ojos, tus caricias... 
Tengo que olvidar todo lo que sentí con vos, olvidar que te conocí..."



Me pregunté por qué él no había dejado el anillo por ejemplo, en la guantera del auto, lo mismo que la foto. O era demasiado idiota, o lo había hecho a propósito, para que yo lo viera, para que no me hiciera ilusiones, y supiera que iba a ser simplemente una aventura más en su vida…
"Ya  no doy más. Encima mañana tengo que ir a trabajar. Me duele la cabeza de tanto pensar y llorar."
Cuando llegó Lorena, le conté lo que me había pasado.
-¡Duele, amiga! ¡Cómo me duele que no haya sido sincero!! 
Me abrazó y me dijo: “Ay, Analía, Analía, ya va a pasar…ya vas a conocer a alguien que te quiera bien, como debe ser, sin mentiras, sin ocultar nada…”


"Será mejor que me apure" se dijo "Hoy vienen de nuevo los clientes de Buenos Aires que estuvieron el otro día". Terminó de arreglarse y se fue a trabajar...


(continuará...)






jueves, 14 de abril de 2011

El Diario de Analía X - Descubrimiento


"Nunca más voy a enamorarme de un hombre" se dijo Analía mientras se maquillaba. "Tienen esa maldita manía de mentir". Mientras terminaba de arreglarse, se prometió a sí misma no llorar...
Ya era miércoles y le aguardaban momentos difíciles. Por la mañana tenía la audiencia en el juzgado. Apenas entró vio que su abogada la esperaba. Era el día que se dictaría la sentencia. No pudo evitar mirar a Gustavo con cierta nostalgia en los ojos. Después de todo en algún momento lo había amado. Pero enseguida recordó los motivos por los cuales habían llegado a esa instancia. 
La sentencia fue claramente favorable para Analía, ya que se habían presentado pruebas contundentes del adulterio cometido por su ex esposo. Cuando todo terminó, volvió a su casa, y lloró amargamente. Se quedó dormida y al despertar ya era de noche. Se levanto, cenó algo y volvió a la cama. Luego, abrió su diario...




Me desperté. Saqué su brazo de mi cintura y me levanté para ir al baño. Al volver, lo vi. Estaba en la mesita de luz, al lado del manojo de llaves del auto, asomando por el borde de la billetera: una alianza de oro. No lo podía creer. Me acerqué muy despacio para no despertar a Pablo: Tomé el anillo entre mis dedos y pude ver la inscripción dentro que decía "Clara y Pablo".


Suavemente abrí con un dedo su billetera. Y allí estaba la foto de Pablo abrazando a una mujer rubia con una nenita en los brazos. Me senté en la cama, shockeada por lo que había descubierto. Lentamente me vestí, me arreglé un poco y lo sacudí para despertarlo:

-¿Qué pasa?- dijo todavía medio dormido

-Sos un desgraciado- le dije, mientras se me quebraba la voz por el llanto que empezaba a salir a borbotones- Quiero que me lleves de vuelta y que nunca más aparezcas en mi vida.

Abrió los ojos y me preguntó:

-Pero, ¿qué pasa Analía?-.

-Pasa que sos casado y no me lo dijiste- respondí señalando la foto y el anillo-Y yo no me merezco esto. Si me hubieras dicho, yo hubiera podido elegir...
-Dejame que te explique- dijo.
-¡No hay nada que puedas explicar!. Si no me llevás vos, no me importa, me voy caminando-.
-No, ¡Por favor! ¡Dejame que te explique!..Está bien, tenés razón, estoy casado todavía, pero voy a pedirle que nos divorciemos. Ya no doy más, con ella no va más; es más, ni siquiera estamos viviendo juntos...No te lo conté porque no quería arruinar lo lindo que estaba creciendo entre nosotros, por eso también te dije que alquilé el departamento, 
que me estaba mudando...Por favor, Analía, ¡te estoy diciendo la verdad!


Sin mirarlo le dije:
-¡A mí qué me importa!. Confié en vos, ¿sabés?. Yo no te oculté nada y vos sí, y encima tenés una hija...Me quiero ir de acá y no quiero verte nunca más.
-¡No, pará! La nena no es mi hija. Es hija de su primer matrimonio.
-Mirá Pablo, ya no puedo creerte nada. Se terminó. 


Esperé que terminara de vestirse y nos fuimos. Quiso llevarme a mi casa, pero le dije que me deje donde nos habíamos encontrado.Me tomé un taxi y me puse a llorar. El taxista me miraba por el espejo y me preguntó si estaba bien. No le respondí. Cuando llegué, Lorena no estaba. Se había ido el fin de semana a Colonia, Uruguay.
"Ay Pablo, cuando me dijiste que te estabas enamorando de mí, te creí. Yo también me estaba enamorando...qué estúpida que fuí!"



"No, no, nunca más Analía, nunca más vas a enamorarte de un hombre" se dijo a sí misma "Tienen esa maldita manía de mentir. No habrá una tercera vez...Ya no quiero sufrir nunca más por un tipo".

Cerró el Diario y se durmió profundamente...

(continuará...)




miércoles, 13 de abril de 2011

El Diario de Analía IX - Una noche especial - 2ª Parte

¡Uff! ¿Y ahora quién será? Habían tocado el timbre. Miró por la ventana para ver quién era. Vio que unos niños se reían y se alejaban corriendo. Volvió adonde estaba sentada, en el jardín posterior de la casa,  y retomó la lectura...


Salimos abrazados del lugar. Caminamos hasta el estacionamiento.
Luego de un viaje en auto relativamente corto, entramos en un hotel alojamiento. Cada habitación tenía su propio garaje frente a la puerta de entrada. Un portón rebatible protegía la intimidad de los ocupantes.
Entramos a la habitación alfombrada y con varios espejos. Se escuchaba una música suave.
Pablo me miró a los ojos y supongo que adivinó mis dudas, porque me dijo:
-No tengas miedo, princesa, nadie va a hacerte daño…-.
Se acercó a la mesita de luz y sacó algunas cosas del bolsillo de su pantalón, antes de quitárselo. Supongo que no quería que se le cayesen en ese lugar.
Se acercó a mi y volvió a besarme en la boca, mientras lentamente abría  la cremallera de mi vestido de seda, que cayó suavemente al piso. Yo lo dejé hacer y me dejé llevar…
A la vez tierno, apasionado, dulce, vehemente, suave…nunca había conocido a alguien así. 
Pablo pidió a la conserjería un par de gaseosas, luego  nos recostamos y me dijo:
- Princesa, creo que me estoy enamorando de vos...-.
Me sonreí y le di un beso...
Y nos quedamos dormidos abrazados.




"¡Todo había comenzado tan bien!...no imaginé lo que venía después...". Analía volvió a la casa a terminar de embalar todo. Con suerte se mudaría en un par de días...


(continuará...)



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