El cuento que transcribo a continuación, no lo escribí yo. Su autor es mi hijo Matías, quien tuvo que presentar un cuento en la escuela (cursa el secundario), donde el protagonista tuviese un problema con su entorno.
Espero que les guste...
BOSQUE SILENCIO
Sentado estaba el joven, pensando, creyendo que moriría de frío sin poder hacer sus ejercicios de matemática. De pronto se interrumpe el silencio. Un hombre alto, sin suficiente pelo para tapar su cabeza, entra en la casa, una casa rústica castigada por los años y el viento. El hombre comienza a sacudirse la nieve, el montón de ropa que trae puesta, deforma su figura y parece casi un ropero. La nieve cae de su campera como si estuviese todavía afuera.
Bajo el brazo trae, un puñado de leña que pronto usará para prender el hogar.
“Peter” - exclama fuerte el nombre de su hijo – “ve a traer más leña”-. El joven se levanta veloz de su silla para no enfadar a su padre.
Peter se abriga aún más y se dirige a la entrada, empuja la puerta y observa el suelo blanco como algodón. Da sus primeros pasos. La nieve le tapa los pies; siente la humedad traspasando sus viejos zapatos y llegando a sus agujereadas medias. Camina hacia el bosque. Era aquel el lugar donde siempre sintió más frío el viento, como si allí solo se fuera a sufrir. Al ingresar en el bosque, siente que algo lo observa pero ante eso no puede hacer nada.
Acelera el paso entre los árboles; comienza a hacer ruido para no sentirse solo, pero entonces es que se tropieza, y el bosque entra en un silencio absoluto. El viento cesa, los pocos pájaros y roedores se escabullen. De pronto, se da cuenta que de está perdido, no reconoce el camino; sus huellas ya se han tapado por nueva nieve. Peter decide seguir caminando pero ya se hace de noche y cada vez siente más y más frío.
Se da cuenta que lo siguen…ve primero unas huellas pero no logra distinguir de qué animal son. Se acerca más y ve pisadas de perro. Se da cuenta que lo que lo seguía no era un perro, sino lobos…
Comienza a correr hacia la montaña, sube y sube pero las huellas seguían. De pronto, surge de la nada un hermoso lobo, casi grande como un oso y así como sale uno, logra ver otro y así, cinco grandes lobos que lo miran y lo rodean. Uno de ellos corre hacia Peter. El pobre joven grita tan fuerte y agudo, que el bosque tiembla y toda la nieve cae sobre él, tapándolo junto con los lobos.
Peter intenta resistirse y comienza a apartar la nieve, pero ya empieza a no sentir las piernas. El frío empieza a matarlo, el aire se acaba, ya nada tiene sentido, sus ojos quieren cerrarse. De pronto comienza a ver luz, el frío ya no está y todo vuelve a la calma.
El bosque se ha cobrado nuevas víctimas. El silencio es absoluto. El bosque duerme nuevamente …
Matías I.