A veces,
Cuando no te das cuenta,
Te robo mi presencia.
Tú me ves
Quizás tejiendo
O regando las plantas…
Pero yo no estoy contigo.
Me fui,
En silencio,
Descendiendo poco a poco.
Las cicatrices señalan mi camino.
Voy hacia mi verdadero hogar,
Donde mi alma
Se alimenta, se consuela y descansa.
Allí, la ilusión se desvanece...
Nadie puede arrebatarme lo que es mío:
Lo que pienso, imagino o siento.
En ese tiempo sagrado,
La magia que me envuelve
Despierta mis sentidos,
Seca mis lágrimas,
Y dedos invisibles suturan mis heridas.
Y al volver a tu lado
Mi ser es diferente:
Más salvaje,
Más libre
Y siempre eterno.
Me gustó mucho tu poema. Tiene alma.
ResponderEliminarDescribes bien tu interior, tu silencio, lo que es tuyo y que nadie puede quitarte.
Creo que muchos sentimos así, ¿no creen?
Sólo que a veces no lo expresamos, ni siquierna en unas líneas, aunque sean para dedicadas a nosotros mismos.
Me olvidé preguntarte:
ResponderEliminar¿esos óleos son tuyos?
Por otras cuestiones personales he vivido en Cordoba, en La Cumbre y en La Falda.
Si, me gusta pintar, si es posible al aire libre...Gracias por tus comentarios
ResponderEliminar