Mis amigos...

martes, 31 de mayo de 2011

Sachi

Sopa de Pollo para el Alma (Chicken Soup for the Soul) es una serie de libros, que presenta una colección de cortas pero inspiradoras historias. Las 101 historias del primer libro de la serie fueron recopiladas por los motivadores hablantes Jack Canfield y Mark Victor Hansen. El nombre "Sopa de Pollo para el Alma" fue elegido para esta serie por el término de SOPA DE POLLO, de la cura en casa, para la enfermedad, por lo tanto era "bueno para el cuerpo". Las inspiradoras historias que se incluyen en estos libros significarían ser "buenas para el alma". He aquí uno de esos textos:



SACHI


Poco después del nacimiento de su hermano, la pequeña Sachi empezó a pedir a sus padres que la dejaran sola con el nuevo bebé. Como ellos temían que, al igual que la mayoría de niños de cuatro años, la pequeña estuviera celosa y quisiera golpear o sacudir a su hermano, le dijeron que no. Pero Sachi no daba señales de celos. Era bondadosa con el bebé y pedía cada vez con más urgencia que la dejaran a solas con él. Finalmente, los padres decidieron permitírselo.
Jubilosa, la niña entró en la habitación del bebé y cerró la puerta, que sin embargo se abrió apenas, dejando una rendija, suficiente para que los curiosos padres pudieran observarla y escucharla. Entonces pudieron ver cómo la pequeña Sachi se acercaba silenciosamente a su nuevo hermano y, acercando su rostro al de él, le decía en voz baja:



—Bebé, cuéntame cómo es Dios, que yo ya estoy empezando a olvidarme.




Dan Millman







...

sábado, 28 de mayo de 2011

Otoño II










Los álamos dorados 
titilan con la leve brisa. 
Nadie escucha 
el aleteo de los pájaros
presagiando el alba. 
La niebla aún no despierta, 
pues el sol
no asomó todavía 
su calor por la quebrada.
Mi alma 
húmeda de melancolía,
se estremece.
Una mañana de otoño 
te fuiste de mi vida.
Y cada amanecer 
en que las hojas secas 
son arrastradas por el viento, 
tu recuerdo regresa  a mí
sin pedirme permiso,
nublando mi mirada 
con una obstinada nostalgia.







...

jueves, 26 de mayo de 2011

Testigo








La Luna fue testigo
de esa noche de ensueño,
cuando presa de pasión infinita
te di mi  corazón. 
Ahora,
encandilada por tus besos,
solo espero por tí.








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viernes, 20 de mayo de 2011

Destino







No hagas del amor
un prisionero
de la distancia y el tiempo.
En el amor, nadie pierde.
Todos estamos solos, 

como en un extraño sueño.

Sé que todavía

no es real lo nuestro.
Pero aún así, 
quédate conmigo.
Tal vez sea el inicio
-por que no- 
de un amor verdadero,
por pura coincidencia
del Sur como destino.






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martes, 17 de mayo de 2011






Mi alma sigue prisionera de tu recuerdo.
Duermo sin ti, y contigo sueño.
Creo verte aparecer en cada esquina.
Y si alguien pronuncia tu nombre,
Vuelve el aroma de tu amor a embriagarme…






...

lunes, 16 de mayo de 2011

El otoño














En esta mañana gris,
el frío viento del sur
sopla despiadado
en las calles del pueblo serrano.


¡Cuánto daría
por que desnudara
 mi alma de tristezas
 y me hiciera danzar
 en remolinos
 como a las hojas secas!


sábado, 14 de mayo de 2011

Una noche agitada


Anoche dormimos juntos. Fue maravilloso hacer el amor contigo. En serio lo digo ¡mi osito peludo!
No importa lo que pasó...

Por favor, olvida que:
  • Al entrar tú también en la bañera resbalaste y te golpeaste la oreja con la canilla,
  • que al querer envolvernos en el toallón, éste se cayó dentro del inodoro,
  • que tuviste que salir desnudo al patio para buscar el que estaba tendido y la vecina del fondo te vió,
  • que cuando me llevaste en brazos hasta la cama tropezaste con la mesita de luz y nos caímos juntos...al piso,
  • que cuando besabas mi vientre se me salió el piercing del ombligo y te lo tragaste,
  • que la cama, bastante vieja la pobre, golpeaba tanto la pared que el crucifijo me cayó en la frente,
  • que te habías olvidado de comprar condones nuevos y que al usar el último que te había quedado, en el fragor del encuentro se rompió y nos dimos cuenta cuando ya era demasiado tarde,
  • que desesperada te grité que era mi día más peligroso del mes,
  • que me dijiste, mientras seguías desparramado en la cama, todo transpirado  "¡Salta, salta!",
  • y que yo, a los pies de la cama, como una pelotuda saltaba y saltaba, porque sabía lo que iba a ser inevitable.

Dime, mi amor: ¿Qué nombre le pondremos?







...

viernes, 13 de mayo de 2011

Noticias

Dentro de muy pocas semanas nacerá Santino. Planeaba ir a la casa de mi hija para ayudarla en esos momentos, pero algunas cuestiones me impiden viajar. Mientras tanto Emma, su hermanita, sigue creciendo, tan hermosa como siempre...









Pero eso no es todo. En Octubre le daremos la bienvenida al otro nuevo bebé que viene en camino, a esta familia, cada vez más numerosa. Aún sus papás no saben si es varón o niña. Aquí les dejo un adelanto de lo bonito/a y simpático/a que será...¡Si miran bien verán cómo agita su manita saludándolos!







Para la abuela ya no hay baberos que alcancen...








lunes, 9 de mayo de 2011

Quizás



Me tomó por sorpresa
el haberte encontrado.

Me cuentas tus rutinas.
Yo apenas digo algo.
(Las horas son eternas
desde que tú te has ido)

No hay mucho que decir
en realidad.
Las palabras se agotaron
en largas noches
de insomnio y agonía.
Creíamos tener algo.
Pero no.
Entre nosotros
Sólo hubo
promesas desvaídas.
Sueños trasnochados,
de dos solitarios,
que buscaban amor.
Pobres ilusos.

Una inmensa nostalgia 
se ha enredado en mi pelo.

Vuelve a mí una frase 
que en tu alma guardabas 
y que en alguna ocasión
fue una confidencia.
Y a tu pregunta
de cómo me sentía respondí:

"No sé por qué imaginé 
que estábamos juntos, 
me sentí mejor, 
pero aquí estoy, 
tan sola en la vida, 
que mejor me voy....."

Sólo eso ha quedado
de lo nuestro.

Efímeras estelas
de dos almas en vuelo.





...

domingo, 8 de mayo de 2011

El Diario de Analía - Frankfurt

Durante varios meses la vida de Analía consistió en ir a trabajar de lunes a viernes a la Galería y los fines de semana concurrir a diferentes lugares nocturnos, donde noche a noche veía los mismos rostros. Se decía a sí misma que sólo quería pasarla bien, pero en el fondo de su corazón deseaba encontrar un hombre con quien compartir el resto de su vida. Pero ninguno cumplía con sus expectativas. Pronto se cansó de esa clase de vida. 
La Galeria de arte se convirtió entonces en su refugio y paso a ocupar todo su tiempo. Gracias a su trabajo constante pudo relacionarse con otras galerias del país  y poco a poco obtuvo trascendencia internacional. Así pasaron algunos años.
Viajaba periódicamente a New York, Madrid, París y otras ciudades europeas para estar al tanto de lo que ocurría en el ambiente artístico.
En uno de esos viajes, más precisamente en el Aeropuerto internacional de  Frankfurt, mientras esperaba la llamada para abordar el avión, un señor canoso se le acercó y le dijo en perfecto inglés:
-Discúlpeme señorita. Pero Ud. me recuerda a alguien que conocí hace muchos años y que fue muy importante para mi. ¿Es Ud. argentina? 
Analía lo miró y le dijo:
- Si. ¿Por qué lo pregunta?
- Sólo es curiosidad ....¿Me permite otra pregunta?- le contestó en español, con marcado acento porteño.
Analía asintió. Había algo especial en la mirada de ese señor.
-¿Su nombre es Analía?
-¡Si! ¿Cómo lo sabe?
- Mi nombre es Pablo. ¿Te acordás de mí?...
Sin mediar otras palabras, se abrazaron.

Desde ese día nunca más volvieron a separarse.
   

FIN















sábado, 7 de mayo de 2011

El Diario de Analía XXVI


Analía se preguntó quién podría ser a esa hora. Era su amiga Elisa.

- Analía vengo a buscarte, dale ya, cambiate que tengo a alguien para presentarte. Es amigo de mi novio. Dale, sé que te va a gustar.
- No sé Elisa, estoy un poco cansada...
-¡Dale nena! Mirá que no siempre se dan las oportunidades. Dale que están abajo esperándonos.
-¿En serio? 
-¡Pero sí nena! Dale, ¡apurate!
Analía se cambió rapidamente y se estaba maquillando cuando volvió a sonar el timbre. 
- ¡Eli, por favor, fijate quién es!- gritó Analía desde su dormitorio.
Elisa abrió la puerta y le pregunto al hombre quién era. Fue hasta el dormitorio y le dijo a Analía:
-Dice que es tu vecino.
Analía se dirigió hacia la puerta.
-Hola Bruno, ¿cómo estás?¿necesitas algo?
-Compré unas empanadas y un rico vino tinto. Pensaba invitarte, pero veo que estás por salir. Bueno, no te molesto más. 
-No no me molestas, pero es verdad, estoy por salir con mi amiga.
-Ah! Decile a tu amiga que le diga a los del auto que estacione en otro lado, que ahí le van a hacer una multa. Chau.
Cuando Analía cerró la puerta, Elisa le dijo:
-¡Qué hombre! ¡Y lo tenés acá al lado! ¡Qué mirada!
- Vamos Eli, ya estoy lista. 


La noche fue aburridísima. El hombre que le presentaron era muy buen mozo, pero demasiado engreído. Cuando volvió a su departamento se preparó un te de tilo y a pesar de ser bastante tarde, leyó la última hoja de su antiguo diario:


Ha pasado bastante tiempo desde aquella tarde en que le pedí a Pablo que me dejara libre para decidir qué iba a hacer con mi vida. Las cosas se fueron resolviendo por sí solas. Gustavo al volver de ese viaje me propuso irnos de vacaciones juntos al lugar que yo quisiera. Obviamente, acepté.
Creo que eso fue suficiente como respuesta para Pablo, porque cuando volvimos, nos presentó a su nueva novia. Fue un gran alivio para mí, aunque no sé si tanto...Tuve una sensación extraña cuando lo vi con la otra chica. ¡La odié! Ja!
En el fondo, siento que nada me es suficiente. Y podrán decirme que estoy loca, pero, si bien con Gustavo estamos "muuuy bien", siento que es demasiado perfecto y por momentos me resulta aburrido...
La verdad es que ni yo misma me entiendo!
De todos modos, Pablo desapareció a los pocos días y no volví a tener noticias de él....

"Uno toma decisiones a ciegas. Nunca sabe dónde lo va a llevar la vida. Yo elegí a quien me hacía sentir segura y protegida, no a quien amaba verdaderamente. Tal vez si no me hubiera dado tanto miedo lo que sentía por Pablo, y hubiera seguido mis sentimientos más profundos, las cosas hubieran sido diferentes"...

Analía cerró el diario, se recostó sobre el sofá y se quedó dormida profundamente.







(continuará...)









-

El Diario de Analía XXV- En el bar

Analía volvió bastante cansada de la Galería. Ese jueves se había inaugurado una nueva muestra. Le dolían los pies por haber estado tanto tiempo parada. Se preparó un buen baño de inmersión y se sumergió en él. Al salir se puso ropa cómoda. Pensaba en Bruno, en lo amable que había sido con ella. "Pero no, no voy a enamorarme de nadie". Se sentó en el sofá y se dio cuenta que en su diario apenas quedaban un par de hojas por leer...


Fuimos al bar de siempre. Dejé que Pablo comenzara a hablar...
-Mirá Analía, la verdad es que cuando te conocí, me iluminaste la vida. Yo me enamoré de vos desde el primer día que te vi. Después, cuando te enojaste y me dejaste, no supe qué hacer, no sabía cómo encontrarte para poder explicarte todo…Y ese día que acompañe a Gustavo porque queria presentarme a su novia y te vi…no te puedo explicar lo que sentí…Sé que sos la mujer que yo quiero para mí. Dame esa oportunidad que no me diste antes, probemos lo nuestro nuevamente, sé que va a funcionar porque hay mucha química entre nosotros. Gustavo es un buen tipo, pero no es lo que vos necesitás.

Lo escuché atentamente. En realidad, trataba de poner en claro mis sentimientos. Rogaba que volviera Gustavo. Con él me sentía segura. Pablo provocaba en mí una sensación de vértigo, pero yo… ¿Qué buscaba en un hombre?

Mi cabeza funcionaba a mil por hora. No podía engañar a Gustavo, no, nunca lo haría. No soy esa clase de mujer.
-Mirá Pablo, yo entiendo que vos tuviste tu oportunidad conmigo. No sé si la perdiste por idiota o cuál fue el motivo…Yo lloré mucho por todo lo que pasó entre nosotros. Pero en este momento…la verdad es que me siento muy bien con Gustavo y no se merece que lo traicione y menos con vos, él te considera su mejor amigo…Si de verdad seguís interesado en mí, quiero que me dejes pensar tranquila por un tiempo. Necesito saber qué pasa con mis sentimientos. No estoy en condiciones de tomar ninguna decisión en estos momentos.
Me miró fijamente, me sonrió y dijo:
-Bueno, está bien…Ja! Espero ser el elegido…Te amo…

Analía dio vuelta la página  para continuar leyendo, pero de pronto sonó el timbre de su departamento...

(continuará...)

viernes, 6 de mayo de 2011

El Diario de Analía XXIV - Otra vez


Cuando Analía despertó, un aroma a café y a tostadas perfumaba el departamento. Hizo a un lado la manta con la que Bruno la había tapado mientras dormía. Al verla despierta, Bruno le dijo con una amplia sonrisa:

-Pase Analía, siéntese a la mesa que el desayuno está listo-.
Ella le dio las gracias con una sonrisa. Hacía años que nadie le preparaba el desayuno. 
Mientras saboreaban el café, Bruno le contó que ya había avisado al encargado, para que se ocupe de todo y que un cerrajero vendría para abrir la puerta de su departamento, pero no sabía a qué hora.
-No te preocupes. Yo me voy a quedar con vos hasta que todo esté solucionado. 
De pronto se escuchó un fuerte trueno y comenzó a llover copiosamente. Analía se levantó y fue hasta el ventanal. Le encantaba observar esas lluvias torrenciales de primavera. Bruno se acercó por detrás y le corrió el largo cabello. Ella se dio vuelta. El tomó con ambas manos su rostro y la besó en la boca. 
En ese momento golpearon la puerta. Era el cerrajero que ya había terminado su trabajo. Analía tomó su abrigo y se despidió de Bruno diciéndole:
- ¡Muchísimas gracias por todo Bruno!- Y le dio un pequeño beso.


Ya en su departamento, lo primero que hizo fue llamar a su secretaria. La tormenta había inundado las calles del microcentro. El agua tardaría al menos un par de horas en escurrirse.

Tomó su antiguo diario y continuó leyendo...

Pablo me tomó de la barbilla y dijo mirándome a los ojos:

-Vos sos “mía”, no de “él”. Nada va a pasar que vos no quieras. No tengas miedo. Ya nos vamos…-.

Nos levantamos y fuimos hacia el auto. Mientras manejaba hacia mi casa no dijo ni una palabra. Yo tampoco. 

A la mañana, antes de que saliera para la oficina me llamó Gustavo. Me alegró muchísimo escuchar su voz. Lo extrañaba horrores. Necesitaba su abrazo…Obviamente, no le conté lo que pasó el primer día de su ausencia…
Por suerte, Pablo desapareció unos días…Al cuarto volvió a la carga. Salía de la oficina y me estaba esperando. Estaba con el auto de Gustavo. 
-Mirá Analía, quiero pedirte perdón por lo del otro día. Te prometo que no va a volver a suceder-.
Ni lo miré. Seguí caminando como si no lo oyera. Se plantó delante de mí y me dijo:
-No te hagas la que no escuchas. Sé muy bien lo que sentís cuando me acerco a vos, porque yo también siento lo mismo…Vayamos a tomar un café así hablamos tranquilos-
No sé porqué acepté. Pensaba en Gustavo, que es todo ternura, me da seguridad, me hace sentir protegida…pero hay algo en Pablo que me mueve de tal forma el piso, que mi corazón se pone a latir a mil y siento que casi no puedo respirar…



(continuará...)



miércoles, 4 de mayo de 2011

El Diario de Analía XXIII -

Analía salió corriendo de su departamento para buscar su abrigo que había volado inesperadamente al balcón del vecino. Tocó el timbre y antes de que tuviera tiempo de reaccionar, la puerta de su departamento se cerró bruscamente. Recién entonces se dio cuenta que no llevaba puestos  zapatos -solo unas medias de algodón-, que no traía su celular y, lo peor de todo, que ¡había dejado el manojo de llaves adentro!! El vecino abrió la puerta de par en par y exclamó con una amplia sonrisa:
-¡Por fin viene mi linda vecinita a visitarme! 
Analía apenas logró balbucear algo acerca de "estar encerrada pero afuera". Bruno la condujo suavemente hasta una silla y le sirvió un vaso con agua. Recién en ese momento Analía pudo presentarse y ya más tranquila, contar lo que le había sucedido. 
-Bueno, no te preocupes, llamamos por el interno al encargado del edificio y listo - dijo Bruno, alcanzándole el abrigo.
-No está. Se fue de viaje un par de días...Vi el cartel en el ascensor- dijo Analía
-¡Uhhh! ¡Si! ¡Tenés razón! ¿Y ahora qué hacemos?...No tengo celular tampoco, me lo robaron.
De pronto se produjo un apagón y el departamento quedó a oscuras.
-¡Nooo!¡¡ Encima esto!!- exclamó Analía y se puso a llorar.
-No, por favor no llores, ¡no soporto ver llorar a una mujer!- dijo Bruno.
-¡No podés verme, si está todo oscuro!- dijo ella entre sollozos.
-Esperá, creo tengo algunas velas...hummm, dejame pensar donde las puse...
Bruno prendió un par de velas ya usadas. 
-Querida Analía, lamento comunicarte que son las únicas velas que tengo. Y creo que no van a durar mucho tiempo. Vas a tener que dormir aquí.
Analía lo miró asombrada y le respondió:
-¡Ni loca me quedo en tu departamento a dormir!
-¿Té, café? ¿qué preferís?- le dijo Bruno y agregó- Los ascensores no andan, estamos en un noveno piso, no tenes zapatos, no tenes celular para llamar a nadie, no tenes tus llaves... ¡No tenés otra opción!
Analía consideró su situación y respondió:
- Café. Un tazón, el más grande que tengas por favor. Gracias por ayudarme.
Bruno sonrió. 
Ese fue el comienzo de una larga charla que duró hasta altas horas de la madrugada. La luz de la luna llena entraba por el ventanal. Sentados en el cómodo sofá, se quedaron dormidos...



(continuará...)












martes, 3 de mayo de 2011

El Diario de Analía XXII - Gustavo se fue

Todo lo planeado para la galería iba viento en popa. Analía aprovechaba cada momento libre para ir de compras. Quería renovar su guardarropas y su lencería.
Elisa le había propuesto ir el viernes por la noche a una disco en Carlos Paz. Quizás se les unieran una par de amigas más. Recién era miércoles. 
Se sentó en el sofá con su taza de café...


Gustavo se fue de viaje al día siguiente. Iba a volar antes que la comitiva de la empresa, para ajustar algunos detalles previos. Fuimos a llevarlo al Aeropuerto de Ezeiza. Digo fuimos porque para variar, vino Pablo con nosotros dos. La excusa fue que yo no sabía manejar y Pablo se había ofrecido gentilmente. Los dos se sentaron en los asientos delanteros y yo, detrás. Pablo manejaba y todo el tiempo me observaba por el espejo retrovisor. ¡Estúpido! Sabía muy bien que a pesar de que yo miraba por la ventanilla para no pensar y hacerme la distraída, me ponía nerviosa. Gustavo conversaba con Pablo alegremente, contando algunas anécdotas de sus viajes en avión. Cuando tomamos la Autopista Richieri, Pablo aceleró. Pronto llegaríamos. Gustavo se dió vuelta para preguntar como estaba “su princesa”. Le contesté “Bien” pero pensando “Mi amor, encima que te vas por una semana, me dejás con el Lobo Feroz…”
Finalmente llegamos, bajaron las maletas y nos dirigimos hacia el Espigón Internacional. Cuando anunciaron la partida, lo abracé fuerte, lo besé y le dije que lo iba a extrañar. Se fue rápidamente mientras nos saludaba con la mano…

-Analía, no sabés cuánto hace que espero este momento. Tenemos que hablar…-
Pablo me seguía a través de la gente. Yo caminaba cada vez más rápido.
-No tenemos nada de qué hablar Pablo. Soy la novia de Gustavo. Dejame en paz-.
Llegamos al auto y dudé en subir. Pero tampoco sabía cómo volver desde Ezeiza a mi casa.
Cuando cerré la puerta, Pablo activó el cierre centralizado y arrancó. Lo miré con odio.
-Analía, dale, aflojá, en serio tenemos que hablar. Lo que pasó entre nosotros no puede quedar así. ¡Fui un boludo al perderte! Encima de esa forma tan, tan…-
-¡Tan de cretino!- lo interrumpí.
Paró el auto. Yo no me había dado cuenta del camino que habíamos tomado. Estábamos en los Bosques de Ezeiza.
Me dijo:
-Vení, dale, bajemos y caminemos un rato, por favor te pido…-
Me bajé. Era una tarde hermosa. Apenas había un par de personas .Caminamos entre los árboles...
-Mirá Pablo, vos a mí me lastimaste mucho.-le dije.
-Pero Analía, no entendés...- y tomándome del brazo me dijo- Yo sigo enamorado de vos, te busqué por todos lados, no sabía dónde trabajabas, donde vivías, no contestaste mis llamadas ni mis mensajes, tampoco los mails…Tenés que darme otra oportunidad, vos ahora sabés que es cierto que me divorcié, que es cierto que esa nena no es mi hija, por favor Analía- Y tomándome fuertemente de la cintura me dió un beso que me quitó el aliento.

“¡Ay, ay, ay como hago para frenar esto!¡Cómo hago, Gustavo no se lo merece!”

Lo empujé con fuerza y le grité:
-¿Pero vos estás loco?
-Ya no puedo verte abrazada a él, no puedo ver más que lo beses, ni que lo mires. Esos besos fueron míos, me pertenecen- . Y exclamó: ¡Vos sos toda mía!
-Mirá Pablo, vos te lo perdiste. Yo estaba enamorada de vos y lo echaste todo a perder.No hablemos más, llevame a mi casa por favor-.
De pronto se sentó en el tronco caído de un árbol y se puso a llorar como un chico…Me senté a su lado para que dejara de hacerlo. Me miró y entonces le dije:
-Pablo, vámonos de este lugar. Pronto anochece y ya no queda nadie, sólo nosotros dos. Me da miedo…

"¿Qué le hace pensar a un hombre que una mujer es de su propiedad?" se preguntó.
Estaba anocheciendo. Como sentía algo de frío, se puso sobre los hombros un abrigo ligero. Salió al balcón a mirar las últimas nubes violetas que se perdían en el horizonte, cuando una ráfaga de viento le arrebató el abrigo que tenía sobre los hombros, el cual fue a parar al balcón de su vecino.  "Si no voy a buscar ese abrigo ya mismo, es posible que se vuele a otro lado". Rápidamente salió y tocó el timbre del departamento de al lado...

(continuará...)

domingo, 1 de mayo de 2011

El Diario de Analía XXI - Viaje

Por lo general los lunes por la mañana no hay mucho trabajo en la galería. Analía aprovechó el tiempo libre para organizar una serie de eventos con el fin de promocionar a la Galería y a los artistas que periódicamente exponían sus obras en ella. Adriana, su secretaria preparó café para ambas y participaba en la organización dando su opinion al respecto. Era su mano derecha. Analía entró en su despacho y puso por escrito todo lo que tendría que tener en cuenta. Cuando terminó, le dijo a Adriana que tenía volver a su casa a buscar unos documentos.
Aprovechó el tiempo para almorzar. Luego se recostó un momento con su diario en las manos...

Cada día que pasa Gustavo y Pablo están más tiempo juntos. Recuerdan la época en que fueron estudiantes y bromean sobre tonterías. Se acompañan a todos lados. Cada vez que nos encontramos después que salgo de la oficina, Pablo está presente, ahí, sonriéndome, desnudándome con la mirada, tramando algo, como un tigre agazapado acechando a su presa…O sea,..¡A mí! Me pone muy nerviosa su presencia. Hace que confunda lo que siento por Gustavo. Él no se da cuenta de nada. Menos mal que no lo lleva con nosotros cuando vamos a su departamento, ¡es lo único que falta!…Ahí Gustavo es para mí sola y siento que sus caricias y sus besos van a cuidarme de lo que el depredador Pablo me hace sentir cuando me sonríe mirándome a los ojos…

-Mi amor, tengo que contarte algo- dice Gustavo.
-¿Qué mi amor? ¿Qué pasa? – le pregunto sin mirarlo, abrazada a él y con mi cabeza apoyada sobre su pecho.
-Es que tengo que irme de viaje…una semana por lo menos…es por asuntos de la empresa-.
Lo miro, sin dejar de abrazarlo.
-¿Cuándo tenés que viajar?- le pregunto.
- En un par de días, lo antes posible- me responde.
-Bueno, si tenés que ir…- digo mientras pienso “Si acomodara las cosas en mi trabajo podría irme con él…podría adelantar algunos días de vacaciones”.
Se lo digo. Y me responde que no, que no puede ser, que va con una comitiva de la empresa y que no tendría tiempo para estar conmigo para nada, que total son unos pocos días. Le digo que bueno, que está bien… Y no digo nada más...Pero vienen a mí las imagenes de Pablo, de su mirada, de cómo me sonríe, de lo que pasó entre nosotros…Y me abrazo a Gustavo con más fuerza.

"Con el tiempo me enteré que me era infiel, aún siendo novios y yo era tan tonta, tan ingenua que creía que él me cuidaba...nunca voy a volver a enamorarme"...
Voy a llamarla a Elisa para organizar la próxima salida...
Dejó el diario sobre la mesa, busco los documentos que necesitaba y salió nuevamente para la Galería.

(continuará...)

El Diario de Analía XX - El amigo

Apenas subió a su automóvil, llamó a Elisa, una amiga suya que hacía varios años que estaba divorciada. Desde que Analía le había contado que estaba a punto de dejar a su ex esposo, Elisa le insistía en que tenía que salir a divertirse, que no valía la pena quedarse encerrada llorando. 
Apenas escuchó la voz de Analía le dijo:
-¡Al fin Analía! Me llamaste justo a tiempo. Hoy me han invitado a una fiesta de cumpleaños y no me daban ganas de ir sola, así que si vos te animás, vamos! 
"Bueno, allá voy. No sé bien de qué se trata esa fiesta, pero no importa. Seguro que es mejor que quedarme en el departamento escuchando cantar a mi vecino".
La fiesta era en una mansión bellísima de Villa Belgrano, uno de los barrios más lujosos de la ciudad. Elisa le presentó a los dueños. Había muchísima gente. Los mozos iban y venían con sus bandejas ofreciendo diferentes bocaditos y bebidas. Elisa conocía a muchas de esas personas, así que estuvo un buen rato saludando y conversando con sus conocidos. Analía se escabulló y salió a la galería. Se apoyó en una de las columnas, observando el hermoso parque iluminado. Y de pronto lo vio: un hombre solo, muy buen mozo, parado en la otra punta de la galería. Lo estaba observando cuando sus miradas se cruzaron. Analía miró hacia otro lado un poco avergonzada, pero se dijo "Vamos Analía, saliste de cacería y ahí hay algo interesante". Respiró profundo y fue directo a su encuentro. 
- Hola, mi nombre es Analía.
- Hola, mucho gusto, me llamo Nicolás. ¿Estás sola?
- No, vine con una amiga, pero se perdió dentro de la casa...y vos?
- Vine solo, soy amigo de Diego que es el que cumple años. Salí a fumar un cigarrillo...
Siguieron conversando. Analía puso en juego sus mejores armas de seducción, hasta que él le sugirió ir a otro lugar más tranquilo. La habitación de un hotel en las cercanías del aeropuerto fue testigo de una noche agotadora de puro sexo. Cuando despertaron ya había amanecido. Intercambiaron números de teléfono y se despidieron.
Analía volvió a su departamento cansada pero feliz. Mientras tomaba el desayuno, continuó con la lectura...

Van más de dos meses que Gustavo y yo somos novios. Nos encontramos casi todos los días después que salgo de la oficina, generalmente en algún bar del microcentro de la ciudad. Y casi siempre después vamos a su departamento.Me siento muy bien con él.
El martes lloviznaba. Salí más temprano de la oficina. Habíamos quedado en encontrarnos en una confiteria que queda sobre la Avenida Corrientes. Llegué antes que Gustavo, pedí un café y me puse a observar a través de la ventana como la gente iba y venía bajo esa llovizna persistente: Una señora que caminaba llevando de la mano a un nenito que lloraba desesperado, una pareja de adolescentes que reían abrazados, un vendedor de diarios, mojándose en la esquina…cuando vi aparecer a Gustavo entre toda esa gente. Pero no estaba solo. Venía hablando con alguien, que en un primer momento no reconocí….Pero cuando me dí cuenta quién era, me levanté como un rayo para salir huyendo lo más rápido posible, pero no lo pude hacer. Gustavo me vió detrás del vidrio de la ventana y me saludó mientras cruzaba la puerta sonriente, conversando con ese hombre.
Yo estaba de pie, temblando, a punto de colapsar, mientras ambos venían hasta donde yo estaba. Escuché que Gustavo decía:
-Vení Pablo, que te presento a Analía mi novia-.
Y dándose vuelta hacia mí, con una sonrisa de oreja a oreja, dijo:
-¡Hola mi amor! – se acercó, me besó y continuó diciendo- Me encontré en el Banco con Pablo, mi mejor amigo de toda la vida, y lo traje para que te conociera-.
Sentí un escalofrío en mi espalda y empecé a ver todo borroso, hasta que perdí el conocimiento y caí redonda al piso.
Cuando desperté en los brazos de Gustavo, que repetía mi nombre, vi detrás a Pablo que me miraba asombrado.
Logré balbucear un “Hola” débilmente. Gustavo me ayudó a levantarme y me sentó en una silla. Tengo que reconocer que Pablo se portó como un caballero. En ningún momento dio a entender que nos conocíamos de antes. Yo tenía miedo que hablara de lo nuestro o que insinuara algo…
Cuando me recuperé un poco, me acerqué a Gustavo y le dije al oído:
-Mi amor, ¿podemos irnos por favor?-
Sonrió y me dijo que sí, que no había problemas. Saludamos a Pablo y nos fuimos.

Cuando llegamos a su departamento, estaba tan agotada que me acosté un rato en la cama. Y me desperté a la mañana siguiente con el brazo de Gustavo rodeando mi cintura.


"No estuvo nada mal" se dijo...

(continuará...)





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